Zadie Smith (Londres, 1975) se quedó bien a gusto cuando escribió Dientes blancos (Ed. Salamandra) con poco más de veinte años. No es que hubiese llegado la novela urbana definitiva sobre el Londres multicultural (un tema que en Shoot Them Daddy nos la trae al pairo), sino que esta mulata, de madre jamaicana y criada en un barrio obrero, había parido una de las grandes novelas del siglo.
Después de leer Sobre la belleza (Ed. Salamandra, 2006), su tercera novela, tenemos claro que esta chica tiene un don, un cráneo privilegiado para analizar nuestras miserias, no en vano ella misma se define como voyeur y, en su caso, esto es esencial. El divertido análisis de la naturaleza humana que traza en Sobre la belleza, es sutil y tronchante como un episodio de Seinfeld.
Bajo una apariencia amable, muy de los tiempos que vivimos, del buen rollo por el buen rollo, muy Máster-para-la-paz, Zadie Smith convierte el caleidoscópico retrato de las gentes de un campus universitario de Boston en una radiografía de lo que se esconde detrás de tanto buenrollismo: estupidez, falsas motivaciones, vanidad y una gran dosis de mezquindad. En este caso, la proximidad de la belleza puede hacerle perder los papeles a más de uno, y una vez más, al igual que en Dientes blancos, los personajes son incapaces de estar a la altura de las circunstancias.
Con su segunda novela, El cazador de autógrafos (Ed. Salamandra, 2002), bajó muchos enteros, cosas de haber empezado su carrera con un Dientes blancos, pero ahora, a la tercera, Zadie Smith lo ha vuelto a hacer.
+ Info: entrevista con Zadie Smith
Después de leer Sobre la belleza (Ed. Salamandra, 2006), su tercera novela, tenemos claro que esta chica tiene un don, un cráneo privilegiado para analizar nuestras miserias, no en vano ella misma se define como voyeur y, en su caso, esto es esencial. El divertido análisis de la naturaleza humana que traza en Sobre la belleza, es sutil y tronchante como un episodio de Seinfeld.
Bajo una apariencia amable, muy de los tiempos que vivimos, del buen rollo por el buen rollo, muy Máster-para-la-paz, Zadie Smith convierte el caleidoscópico retrato de las gentes de un campus universitario de Boston en una radiografía de lo que se esconde detrás de tanto buenrollismo: estupidez, falsas motivaciones, vanidad y una gran dosis de mezquindad. En este caso, la proximidad de la belleza puede hacerle perder los papeles a más de uno, y una vez más, al igual que en Dientes blancos, los personajes son incapaces de estar a la altura de las circunstancias.
Con su segunda novela, El cazador de autógrafos (Ed. Salamandra, 2002), bajó muchos enteros, cosas de haber empezado su carrera con un Dientes blancos, pero ahora, a la tercera, Zadie Smith lo ha vuelto a hacer.
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