Extraído de:
Andy Warhol, Diarios; Ed. Anagrama, Panorama de narrativas, 1990
Viernes 25 de marzo, 1983
Se presentó en la oficina la princesa Pignatelli. Su marido tiene 200 fotos mías y quiere que se las firme. Hablé con él por teléfono y era como hablar con una pared. Le dije: "Las fotografías son suyas, ¿por qué quiere que las firme yo?" Y él dijo: "Pero sale usted", y yo le contesté: "Pero son sus fotografías." Doscientas fotos. Lo dejamos así.
Estaba también Ina Ginsburg con su hijo Mark. Quiere que le repita los retratos y que, entre otras cosas, le cambie el color del pelo. Mark me llevó aparte y me dijo: "Es porque le recuerda al campo de concentración. No quiere pensar en sí misma como una persona de pelo castaño".
Decidí ir a ver Rebeldes. La acababan de estrenar y me encantó. Era como ver Lonesome Cowboys. Era increíble. Chicos jóvenes con el pelo teñido leyendo poesía a la puesta de sol, tipo Sal Mineo. Están escondidos en una vieja iglesia y el chico dice: "Lo único que quiero que hagas por mí es que me leas en voz alta Lo que el viento se llevó." Todos son muy monos. Y una música muy sensiblera sonando de fondo, como si los chicos se fueran a besar. Todo estaba cortado y no tenía sentido. Era como ver fotos de Bruce Weber. Todos los chicos eran de una belleza despampanante.
Se presentó en la oficina la princesa Pignatelli. Su marido tiene 200 fotos mías y quiere que se las firme. Hablé con él por teléfono y era como hablar con una pared. Le dije: "Las fotografías son suyas, ¿por qué quiere que las firme yo?" Y él dijo: "Pero sale usted", y yo le contesté: "Pero son sus fotografías." Doscientas fotos. Lo dejamos así.
Estaba también Ina Ginsburg con su hijo Mark. Quiere que le repita los retratos y que, entre otras cosas, le cambie el color del pelo. Mark me llevó aparte y me dijo: "Es porque le recuerda al campo de concentración. No quiere pensar en sí misma como una persona de pelo castaño".
Decidí ir a ver Rebeldes. La acababan de estrenar y me encantó. Era como ver Lonesome Cowboys. Era increíble. Chicos jóvenes con el pelo teñido leyendo poesía a la puesta de sol, tipo Sal Mineo. Están escondidos en una vieja iglesia y el chico dice: "Lo único que quiero que hagas por mí es que me leas en voz alta Lo que el viento se llevó." Todos son muy monos. Y una música muy sensiblera sonando de fondo, como si los chicos se fueran a besar. Todo estaba cortado y no tenía sentido. Era como ver fotos de Bruce Weber. Todos los chicos eran de una belleza despampanante.
1 comentario:
Algún día me tendrás que dejar estos diarios!!
Publicar un comentario